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miércoles, 19 de agosto de 2015

CONSEJOS DE SALUD INFANTIL ENTRE 6 Y 14 AÑOS DE EDAD

La etapa escolar, considerada desde los 6 a los 11 años, conlleva una serie de cambios para el niño que afectan a todas las esferas que conciernen a su desarrollo. A nivel físico es un periodo de crecimiento estable. En el plano psicológico hay que destacar importantes avances en el desarrollo intelectual y psicomotor. Social y afectivamente se alcanza un nivel alto de autonomía, disminuyendo la dependencia familiar y aumentando la influencia de la escuela y los compañeros. En definitiva, en este periodo empiezan a conformarse las actitudes y comportamientos permanentes ante la alimentación, la higiene, la responsabilidad, los amigos, la capacidad de decisión, autocrítica y autoestima, siendo la familia el mejor punto de referencia para que se adquieran las habilidades personales y los estilos de vida correctos y saludables.

La preadolescencia, desde los 11 a los 14 años, se caracteriza por el crecimiento acelerado y la aparición de patrones de conducta individuales muy influenciados por el entorno. En esta etapa, las chicas inician la pubertad antes que los chicos. Se hacen perceptibles las diferencias morfológicas propias de cada sexo y la expresión de los caracteres sexuales secundarios, debido a la influencia de las hormonas.

Os ofrezco a todos los padres una serie de recomendaciones de interés sobre temas relacionados con la salud de los chicos y chicas desde los 6 a los 14 años de edad.

Hoy os voy a hablar sobre LA ALIMENTACIÓN.

El crecimiento en longitud del niño o niña durante la etapa escolar es de aproximadamente 5-6 cm al año por término medio. Paralelamente, cada año se produce un incremento en el peso de unos 2 kg., que se duplica al acercarse la pubertad. Las necesidades nutricionales dependen en gran parte del grado de actividad física.

El niño o niña va adquiriendo progresivamente un nivel cada vez mayor de independencia familiar y autonomía en su alimentación. Se consolidan los hábitos alimentarios adquiridos en base a  la influencia familiar, aunque también son muy importantes las conductas de imitación de los compañeros.

Nivel de alimentación


Durante la adolescencia, las necesidades energéticas de las chicas y los chicos son distintas, aunque sigue siendo válido el esquema de reparto calórico de la ingesta a lo largo del día. La estimación diaria para las chicas es de unas 2.600 kcal y la de los chicos a las mismas edades, de 3.000 kcal.

 Pirámide de alimentación


En estas fases del desarrollo se cometen con mucha frecuencia una serie de errores nutricionales que pueden ocasionar déficits de algunos nutrientes y problemas de conducta alimentaria. Entre estos errores cabe destacar:

-Distribución calórica de las comidas descompensadas, con desayunos escasos y cenas abundantes.

-Abuso del consumo de comidas preparadas y “comida rápida” (hamburguesas, pizzas) fuera del control de la familia y el colegio.

-Exceso de proteínas animales (carnes) y déficit de proteínas vegetales.

-Bajo consumo de carbohidratos (pastas, arroz, pan, cereales) y exceso de azúcares refinados (golosinas y dulces).

-Alto consumo de grasas saturadas (bollería, precocinados, fiambres).

-Disminución del consumo de leche entera y aumento del consumo de bebidas y zumos azucarados.

-En la etapa preadolescente, y especialmente entre las niñas, es posible detectar una creciente preocupación por la figura corporal y el peso. Comienzan a mostrar interés por los alimentos “light”, bajos en calorías, leche desnatada, etc., junto con una tendencia al diseño de su propia dieta, basada en fórmulas adelgazantes, vegetarianas, etc.

Para conseguir un crecimiento adecuado, evitar déficit de nutrientes específicos y consolidar buenos hábitos alimentarios que impidan la aparición de problemas de salud (hipercolesterolemia, hipertensión arterial, obesidad, osteoporosis, alteraciones de la conducta alimentaria) es conveniente seguir las siguientes recomendaciones:

-Asegurar un aporte calórico suficiente, de acuerdo con la edad y la actividad física diaria.

-Distribución calórica adecuada, a través de la realización de tres comidas principales (desayuno, comida y cena) y dos comidas más ligeras (media mañana y merienda).

-Evitar el picoteo y el consumo de calorías vacías, que no aportan ningún beneficio nutritivo. Es muy importante que los padres estén informados del patrón de alimentación de sus hijos.

-Moderar el consumo de proteínas de origen animal (carne) y potenciar el consumo de cereales y legumbres, que pueden incorporarse a través de ensaladas, primeros platos y guarniciones.

-No consumir la grasa visible de la carne (grasa saturada). Consumir pescado azul (rico en grasas poliinsaturadas) al menos tres o cuatro veces a la semana.

-Dar preferencia al aceite de oliva frente a las margarinas y mantequillas. No está justificado el uso de leche desnatada en la población infantil. Sí es preferible el consumo de quesos no ricos en grasa.

-Los productos de bollería industrial elaborados con grasas saturadas vegetales (aceite de coco y de palma) deben restringirse.

-El consumo máximo de huevos es de 3 por semana.

-Asegurar el adecuado aporte de fibra a través de cereales (pan, pasta, arroz) y de fruta fresca entera. Evitar el exceso de zumos no naturales, azúcar y dulces.

-Estimular el hábito de beber agua, frente a otro tipo de bebidas y refrescos que contienen azúcares simples y diversos aditivos.

-Procurar que la dieta sea variada para asegurar el aporte adecuado de vitaminas y minerales:
  1. Vitaminas: presentes en hortalizas, verduras de hoja verde, frutas, cereales, carnes, leche, frutos secos y aceites vegetales.
  2. Calcio: las necesidades de calcio a estas edades son altas, siendo recomendable la ingesta de 1.200 mg/día. Esto se consigue tomando un litro de leche diario.
  3. Hierro: en carnes rojas, legumbres, hortalizas, verduras y cereales. Como no se absorbe la totalidad de la ingesta, puede mejorarse la misma con el consumo simultáneo de vitamina C, presente en frutas (cítricos) y verduras.
  4. Yodo: abundante en pescados, mariscos y sal yodada.
  5. Sal: se recomienda una ingesta moderada. Su consumo excesivo está relacionado con el desarrollo de hipertensión arterial.

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