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martes, 11 de agosto de 2015

Aprende a perdonar tus errores, un ejercicio esencial.


Saber perdonarnos es una señal de buena autoestima, ya que no hay mayor muestra de aceptación incondicional hacia nuestra persona que reconocer las limitaciones propias.
-Quiérete, pase lo que pase: si la culpabilidad te impide avanzar es que ha llegado el momento de hacer las paces contigo mismo/a. Crecer como persona implica valorar tus aciertos, pero también aceptar tus equivocaciones. Y ser conscientes de que no hemos obrado como deberíamos nos permitirá enmendar el error. En la escuela de la vida, nunca dejaremos de ser alumnos.
-Abandona el papel de juez: deja de castigarte. La culpa tiene una función: examinarnos, cuestionarnos y reconocer nuestros errores o excesos. Pero si no va seguida de una acción-reconocer la falta y pedir disculpas, reparar el error, cambiar de actitud, etc.- pierde toda su utilidad. Es entonces cuando el remordimiento se enquista y nos paraliza. La solución, por lo tanto, está en recapacitar (hacernos responsables de nuestros actos), pasar a la acción (afrontarlos) y darnos una segunda oportunidad (perdonarnos).
-Tienes derecho a equivocarte: las personas más exigentes y perfeccionistas suelen tener más dificultades a la hora de perdonarse: "He fallado", "no he estado a la altura", "¿por qué no lo vi venir?". El psicólogo Walter Riso en su libro "Cuestión de Dignidad" aboga por aceptar en lugar de condenar: "La autocrítica sana es la que llega del amor propio: me critico porque me quiero y deseo mejorar y no desde el autodesprecio, ya que soy mucho más que mis errores".

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