La respuesta es no. Meterse en la cama con el estómago vacío, lejos de ayudarnos a perder peso, podría ser un obstáculo, ya que baja el nivel de azúcar, puede producir ansiedad y además favorece que lleguemos al desayuno con un apetito feroz. Mejor, una cena frugal, baja en calorías: vegetales (cremas o ensaladas) o proteínas (pescado blanco).
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