La ecografía ha representado un gran avance para observar el desarrollo del embarazo. Además, no tiene ningún efecto perjudicial para la madre ni para el feto, como ocurría con los rayos X, ya que se basa sólo en la transmisión de sonidos. Permite ir siguiendo la evolución del embarazo y el desarrollo del feto, y detecta diversas anomalías, que pueden hacer sospechar otras e indicar la conveniencia de efectuar otras pruebas. Lo aconsejable es practicar una ecografía en cada trimestre del embarazo, la primera semana, de la 8ª a la 12ª semana, la segunda, de la 18ª a la 20ª, y la última, de la 34ª a la 36ª.
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