No, no voy a escribir 69 cosas sobre esta posición sexual. Pero sí voy a abordar los problemas que da esta postura tan irracionalmente popular.
El poder dar placer oral a tu compañero de cama mientras él hace lo mismo contigo es algo espectacular. Pero, seamos sinceros, es una utopía porque las fantasías chocan de bruces con la realidad del cuerpo humano. Empujones, "esto va aquí", “cuidado que te doy con la rodilla” y dolores de cuello son unos de los pocos problemas que esta postura da. Los hombres que no la han probado la tienen mitificada y los que sí lo han hecho nos cuentan los pequeños detalles que nadie sabe acerca de estos preliminares tan complicados:
1. “Estoy yendo ahí abajo. ¿Y yo qué?”
Tiempo al tiempo. Colocarse a modo Tetris para poder darte placer ahí abajo lleva su preparación.
2. “Cariño, me refiero a que tenemos que hacerlo a la vez”
Esto se está complicando. Vale, tengo que poner la cabeza ahí, mientras tú tienes la tuya en mis genitales y debo colocar las piernas de la forma menos desagradable posible. Y me están empezando a dar calambres en la espalda.
3. “Vale, ahora sí”
Y, mientras consigo encontrar la posición perfecta, pienso en lo raro que es todo. Y medito sobre si los genitales pueden considerarse la boca de nuestra mitad inferior y viceversa. Y claro, medito tanto que el calentón se empieza a disipar.
4. “¿Estás bien?”
No es algo cómodo. Y es muy difícil concentrarse en disfrutar mientras me estoy retorciendo el cuello y tengo un pene en la boca. Cuesta hasta respirar. Estoy segura de que Albert Einstein no formuló su teoría de la relatividad mientras practicaba un 69 con su mujer. Imposible.
5. “Si termino, te aviso”
Espero que sea verdad. Porque mis ojos están demasiado cerca de esa zona peligrosa y no quisiera tener conjuntivitis mañana.
6. “¿Te molesta mi nariz?”
Bueno. No sé. Creo que tu nariz está justo “ahí”. Y no sé si me gusta o no. Qué dilema.
7. “Más rápido, más rápido”
Me pregunto si esto es una especie de carrera en la que alguno debe ganar. Y no sé si es mejor ser la primera o perder.
8. “¿Qué hacemos con las manos?”
Ambos llevamos diez minutos haciéndolo y aun no sé muy bien qué deberíamos hacer con las manos. Seguramente él esté pensando dónde colocarlas para que no me molesten o qué retorcida postura realizar para poder masturbarme mejor. Y, mientras, yo no sé si usarlas para intentar no caerme o si tocarle.
9. “Para ella debe ser algo embarazoso el hecho de tener mis genitales en sus ojos”
Sí. Es bastante embarazoso. Y poco excitante, la verdad.
10. “¿Cómo será ver mi culo tan de cerca?”
Bueno, teniendo en cuenta que tus genitales cubren mis ojos como una sombría cortina, no te sabría decir con exactitud.
11. “Si vas a terminar, procura no aplastar mi cráneo entre tus piernas”
Aunque es bastante probable que no ocurra, tu chico seguramente piense que le daría igual morir aplastado si eso significara que te ha hecho llegar al clímax solo con sexo oral. El orgullo masculino y sus vicisitudes.
12. “Vale, y ahora, ¡al lío!”
Espera un segundo. Antes de nada, tenemos que recomponer nuestras extremidades, intentando mantener la dignidad. Pero no pares, pongámonos a trabajar y culminemos este encuentro sexual tan complicado.