Falta poco para la vuelta al cole y qué mejor que motivar a los hijos para que les sea más fácil la vuelta al cole. Aquí os dejo algo que, creo, puede ayudar.
El curso escolar puede compararse a tres montañas; o a tres picos encadenados que forman una pequeña cordillera. Al pie de ellas se encuentra el estudiante. Igual que hacen los alpinistas o los montañeros, está dispuesto a ascender hasta la cima de cada una de ellas. Ese es el desafío, ese es el triple reto. Cuando logre alcanzar la primera cumbre, sentirá una gran satisfacción. Y ese contento irá creciendo según asciende al segundo pico y, luego, llegue a coronar el tercer. Objetivo cumplido. Alegría completa.
La primera montaña equivale al primer trimestre del año escolar. El estudiante sabe que la meta queda lejos; y que tiene que ir progresando paso a paso, como si lo que importara más al principio fuera el ir poniéndose en forma. Por eso, los primeros meses han de servir para organizarse, para preparar los métodos y las estrategias que más provecho te dan a la hora de aprender.
Esta primera ascensión ofrece un camino suave, que no requiere grandes sudores. Como si fuera una invitación a pasarlo bien haciendo montañismo. De ahí que también sea el tiempo de situarse en el ambiente del nuevo curso: otro nivel, otra asignatura; entre los compañeros: en el aula, en el curso o en la nueva sección; junto a los profesores: para saber cómo enseñan, cómo preguntan, qué tareas valoran; y con la familia: para ver quién le ayuda a estudiar, a superar dudas, a mantener el ánimo.
La segunda montaña, en consecuencia, es el segundo trimestre. Corresponde al tiempo de invierno y se levanta ante el escolar-montañero como una altura soberbia y desafiante. Si pudiera hablar, diría cosas así: “¡Sube, montañero, y contemplarás lo hermoso que es el paisaje desde aquí!”. El ascenso que lleva a la cúspide puede que sea más largo que en la primera; y también exige más sudores. Por eso, coronarla felizmente proporciona un agrado muy grande.
Durante el recorrido hay que concentrar el esfuerzo en cada tramo, en cada etapa. Para el estudiante es el tiempo de hincar más los codos. Son días y días de concentrarse en aprender, en dominar los contenidos, en conocer las maneras de solucionar cada una de las actividades. A medida que avanza, el escolar se va dando cuenta de que cada vez está más fuerte, que cada vez sabe más y comprende mejor todo lo que estudia. Y, por eso, cada día que pasa se siente más seguro y más contento. Llegar a lo alto del pico, tras el esfuerzo continuado, le hará sentir una satisfacción incomparable.
El tercer trimestre es la tercera montaña. La subida se realiza en tiempo bueno, cuando la primavera y el calor, entreverados con lluvias que refrescan. Contando, además, con que el estudiante se encuentra en plena forma después de los dos ascensos anteriores, esta tercera cima no le asusta. Ha aprendido muchos recursos para sortear las dificultades con éxito. Y, sobre todo, ha ganado confianza en sus propias fuerzas, en sí mismo. Si en las dos primeras las cosas han ido normalmente, la conquista de esta cumbre ni le asusta ni le amedranta.
A diario irá poniendo en práctica cuanto ya ha aprendido. No le va a costar mantener el ritmo, pese a que este picacho sea empinado y difícil en algunos tramos. Es aconsejable no quedarse sólo en la subida, hacer cadena con otros montañeros, a fin de salvar los escollos difíciles y los posibles momentos de desánimo. Además, en esta ocasión se trata de culminar la montaña en compañía de otros montañeros, para que el disfrute de la coronación de la cima sea una auténtica fiesta compartida: compañeros, profesores, familia…
Y después de los tres éxitos, el disfrute mayor: “¡He logrado lo que quería!”. El gozo de esos momentos no se puede describir. La única manera de apreciarlo es hacer el recorrido completo. He aquí el reto y la tarea de cada montañero. Y tú eres el estudiante-montañero.